Urbiés son olores y caminos de niña

Es un espíritu inquieto, un alma nómada, pero por mucho mundo que tenga en sus ágiles y trabajadas piernas de bailarina, todos los caminos deEstrella García acaban conduciendo a Urbiés, al valle de Turón, a esas casas oscurecidas por el carbón, al territorio de los abuelos, al lugar de los manzanos y los nogales de su padre, del huertín, a las viejas edificaciones de piedra. Estrella García nació allí mismo, en casa, en 1964. Fue la hija mayor de Leni y Cundino, una pareja que eligió la emigración para huir de la mina. Ella tenía dos años cuando tomaron rumbo a Alemania, a Holzheim, un pequeño pueblo cerca de Düsseldorf. «Yo aprendí alemán antes que español», recuerda ahora. Su padre se formó y trabajó allí y, cuando ella tenía once años, regresaron a España. «Me costó mucho, lloraba sin parar». Su vida estaba hecha a aquel lugar, al que habría de regresar, con la emoción a flor de piel, treinta años después. Gijón fue su siguiente lugar en el mundo. «Yo nunca había vivido en una ciudad cuando llegué a Gijón, que tiene muchas cosas buenas; aquí pasé mi juventud, y lo pasé muy bien», relata alargando la 'u' del muy.
Con apenas once años ya tenía tres lugares claves en un mundo todavía pequeñito, todavía por ampliar y en el que Urbiés siempre mantuvo entidad mayúscula. «A mí me gusta mucho la naturaleza y tengo recuerdos de cuando era pequeña de los olores, de los caminos, de los abuelos y las cosas que contaban, de la huertina de mi abuela Angelina, que no dejaba crecer una mala hierba». Con los años la relación con el enclave ha ido cambiando. Ahora, desde la muerte de su padre, vuelve más a menudo. «Heredé unas fincas y ahora soy terrateniente. Me encantan los manzanos, los frutales, los avellanos, los praos para segar. Estoy contando con que con el tiempo puede que sea el lugar de mi retiro».
El valle de Turón se encierra en sí mismo, se dibuja en verde y negro, pero tiene esa universalidad de la belleza, la nostalgia, el arraigo. Pero el universo es tan grande como uno quiera y Estrella García pronto encontró en Madrid, en Viena, en Bruselas, en Barcelona, en Valencia, en Bilbao y hasta en Canadá el movimiento, los miles de movimientos acompasados, rítmicos, hermosos de los que es capaz el cuerpo. Su proceso de formación la llevó a un sinfín de lugares que son pasado, presente y futuro. Uno de los más destacados, Viena, casi una segunda casa. Acudió siguiendo a uno de sus grandes maestros, Joe Alegado, y vuelve año tras año para asistir al festival Impuls Tanz. «No me gustan las ciudades grandes, pero Viena es muy amable, no tiene el tráfico de otras urbes europeas», resume la coreógrafa y alma máter de Zig Zag Danza y del espacio escénico El Huerto. Hay otro lugar en Europa que le marcó y al que llegó siguiendo a otra de sus maestras de danza contemporánea, Carmen Larumbe. Con el dinero que le dio su abuela compró un saco de dormir y un billete de autobús a Bruselas. Durmió durante días en el suelo del estudio y bailó y bailó y bailó. «Iba a todas las clases que había».
Al final la vida la ha situado en Gijón, pero el arte la tiene en danza por media España y por escenarios internacionales. Pero, por mucho que los bolos agoten, cuando no trabaja, vuelve a hacer las maletas. «Cuando viajo tengo tiempo para pensar en el siguiente espectáculo y al final lo que cuento es lo que veo: en la gente, en los niños de otra cultura. Eso me da las pistas para hablar de lo que quiero hablar». Y ella, que se maneja con el alemán, el francés y el inglés, habla y luego transmuta en danza lo que oye, siente y toca en el camino. «Ahora estoy explorando Asia y me está fascinando», anota. Es un lugar para conocer y también para explotar desde el punto de vista profesional. Le entusiasman el paisaje del desierto y tiene una asignatura pendiente: «Las auroras boreales».
Le falta tiempo para todos los lugares soñados, pero siempre encuentra un poquito para volver a Urbiés, a casa, a un enclave especial que no es el único. «Tengo muchos lugares y cada uno tiene un sentido diferente», concluye.





De turismo por les cuenques

  LA VOZ DE ASTURIAS
Hubo un tiempo en que el carbón teñía las cuencas mineras, un tiempo en el que el polvo negro y fino impedía ver muchas de las maravillas que en forma de iglesia, torre, castillo, casa, palacio o paisaje se escondían en las comarcas del Nalón y del Caudal. Hoy se puede decir que las cuencas son BICs y monumentales y es que ocho de los diez concejos de estas zonas cuentan con elementos declarados Bien de Interés Cultural o Monumento Natural. En total, se contabilizan en la actualidad 42 protecciones, de las cuáles una veintena se declararon en la década de los 90 y otras 14 desde el año 2000. A día de hoy, la Dirección General de Patrimonio del Principado tiene otros tres expedientes en marcha de elementos de las cuencas que se considera son dignos de protección.Las figuras de protección, tanto Bien de Interés Cultural como Monumento Natural, suponen un importante reconocimiento puesto que sólo se catalogan así los bienes más relevantes del Patrimonio Cultural, además de estar en un régimen de protección y conservación elevado para garantizar su preservación en el tiempo. Pero también conlleva ganar en interés turístico, y es que estos bienes atraen en muchos casos el interés de los visitantes de las cuencas, que se rinden por centenares ante maravillas como la Ermita de Santa Cristina de Lena u otros elementos del patrimonio minero, como puede ser el pozo San Luis de La Nueva.Sin duda, la joya de la corona de las comarcas mineras es la Ermita de Santa Cristina de Lena, que fue declarada BIC un 24 de agosto de 1885, cuando las publicaciones aún se hacían en Gaceta. Unos meses antes se había aplicado la misma declaración a la Iglesia de San Miguel de Lillo, a la Iglesia de Santa María del Naranco o a la Colegiata de Nuestra Señora de Covadonga, en el ámbito regional, un ámbito en el que el primer Bien de Interés Cultural fue la Torre del Castillo de Llanes, cuya declaración se publicó en el citado medio el 13 de noviembre de 1876. Pero, volviendo a las cuencas, el podio de BICs más antiguos se completa con la iglesia de Santa Eulalia de Ujo (Mieres), declarada en junio de 1923 y la Iglesia Parroquial de San Juan de Llamas (Aller) en marzo de 1963.El concejo allerano es, precisamente, el primero que tuvo un mayor número de bienes de interés declarados. A la Iglesia de San Juan de Llamas (1963) se sumaron la Iglesia de Santibáñez de la Fuente del Río Mera (1972), la Iglesia Parroquial de San Féliz de El Pino (1973), el Castillo de Soto y entorno (1975) y la Iglesia de San Vicente de Serrapio (1983). En la actualidad, este concejo tiene en tramitación la declaración del Campo de la Iglesia vinculado a la Iglesia de San Juan de Santibáñez, cuyo expediente se incoó en septiembre de 2014. Además, Aller estará afectado también por la declaración de La Carisa y es que, según han explicado fuentes de la Consejería de Educación y Cultura, en la actualidad está incoado el expediente de la Ruta de la Plata, expediente que se ampliará para incluir La Carisa, que también coge territorio del vecino concejo de Lena. Por otro lado, el municipio de Aller cuenta con dos elementos catalogados como Monumento Natural: el tejo de Santibáñez de la Fuente (1995) y las Foces de El Pino (2001).En número de BICs gana Mieres. Este concejo tiene nueve elementos catalogados y uno en tramitación. Se trata del Poblado Minero de Bustiello. El marzo de este mismo año, el Consejo de Patrimonio Cultural de Asturias autorizaba iniciar los trámites, aunque por el momento no se ha incoado el expediente para que el conjunto sea Bien de Interés Cultural. Por tanto, el último BIC que ha conseguido el municipio mierense fue el Pozo Santa Bárbara, a principios de 2010. Es decir, casi 90 años después de la declaración como BIC de la Iglesia de Santa Eulalia de Ujo (1923). Fue en 1995 cuando este concejo de la comarca del Caudal consiguió la mayoría de sus BICs. En el mismo mes de marzo de ese año se catalogó como tal el Palacio del Valletu, en Valdecuna; el Palacio del Vizconde de Heredia (Villarejo), el Palacio de Abajo, en Cenera; el Palacio de Arriba, en Cenera; la Casa Duró, en Mieres; y el Santuario de los Mártires Cosme y Damián, en Insierto. El Palacio del Marqués de Camposagrado, en Mieres, consiguió la declaración a mediados de 2004.El municipio cabecera de la comarca del Nalón, Langreo, es el siguiente que cuenta con más elementos en el listado de BICs de las cuencas. Al igual que Mieres, la mayoría se declararon en el año 1995: la Torre de La Quintana y la casa anexa; la Iglesia de San Esteban; el Asilo Hogar Virgen de El Carbayo y Capilla; y la Casa de los García Bernardo, todos ellos en Ciaño. De ese mismo año son también el Palacio de Camposagrado y la Torre de Villa, en Riaño. Tres años antes se había declarado la Ermita de Nuestra Señora del Carbayo, y ya en marzo de 2013 se catalogó como Bien de Interés Cultural el Pozo San Luis de La Nueva, que por estar enmarcado en el Ecomuseo del Valle de Samuño recibe miles de visitantes al cabo del año.Como se decía anteriormente, Lena es el municipio con el primer Bien de Interés Cultural declarado de las cuencas: la Ermita de Santa Cristina de Lena (1885), que un siglo después de su catalogación como BIC fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, siendo el único con tal referencia en las cuencas; y en 2009 se incluyó el entorno de protección de la iglesia también como BIC. La Iglesia de San Martino de Villallana entró en el listado en febrero de 1982, y en 2006 lo hizo la Casa de Vital Aza, en Pola de Lena; y la Casa Rectoral, Capilla y Puente, de la localidad lenense de Puente de Los Fierros.Morcín es el concejo que tiene el cuarto BIC más antiguo de las cuencas. Se trata de la Torre de Peñerudes, que fue declarada en marzo de 1965. En la década de los 90 se incluyó en el listado la Ermita de La Magdalena y la Ermita de Santiago, en El Monsacro (1992) y, posteriormente, en 2013 el Abrigo de Entrefoces y el Entorno de Protección de La Cueva de Entrefoces, en La Foz.Los tres concejos del Alto Nalón se reparten los cinco BICs que completan el listado y los tres elementos que son Monumento Natural. Dos y dos tiene el municipio de Caso. En 2006 y 2014, respectivamente, entraban en la lista de Bienes de Interés Cultural la Iglesia de Santa María de Tanes y la Iglesia de Santa Cruz La Real de Caleao; y en 2003 los monumentos naturales Cueva Deboyu y el Tabayón de Mongayo.El municipio lavianés logró sus tres BICs entre abril de 1994 y marzo de 1995, periodo en el que se declaró El Torreón de El Condado, la Iglesia de San Nicolás de Villoria y la Casona de Los Menéndez, en La Aldea.Por último, Sobrescobio cuenta con el Monumento Natural de la Ruta del Alba, que fue declarado en 2001 y es uno de los 39 que están distribuidos por la geografía asturiana y uno de los cinco que tienen las comarcas mineras.

La Despoblación de les Cuenques

Frenar la despoblación ye una asignatura pindia nes contornes mineres asturianes. El conceyu de Mieres lleva años trabayando para asitiar vecinos; l'equipu de gobiernu d'Izquierda Xunida ponía en marcha en 2019 la so 'Estratexa Mieres 2030', coles mires de xenerar empléu, frenar la despoblación y atraer a nuevos vecinos, y apostar por un modelu territorial sostenible. Trés frentes de trabayu para llograr que Mieres tenga futuru. Dende ese anuncio y a pesar de les midíes adoptaes el conceyu lleva perdíos 938 vecinos dende esi añu, magar s'espera que los datos nun ameyoren. Dar por fechu qu'una vegada constataes les cifres de 2021 el conceyu va tar per debaxo de los 37.000 vecinos, polo que va tener una población similar a la de 1915, dómina na que'l conceyu cabecera de la contorna del Caudal ganaba población, y asina lo fixo hasta 1960 cuando había 70.871 vecinos. La década de los 60 marcó'l cayente poblacional que na actualidá caltiense. Dende entós el conceyu perdió 33.845 vecinos a un ritmu d'unos cuatrocientos añales, aprosimao. La política mierense centrar en frenar esti despoblamientu con midíes como la conxelación de tases ya impuestos -per octavu añu consecutivu-, y ufiértense bonificaciones fiscales por que vivir en Mieres sía curiosu. Pero como reconoz el mesmu alcalde, Aníbal Vázquez, «cuntamos con una población avieyada, y ye habitual que cada añu haya más fallecimientos que nacencies». A pesar d'ello'l gobiernu d'IX sigui adoptando una política enfocada a «ganar residentes, ufiertar servicios públicos calidable y a crear empléu». Na actualidá'l conceyu cunta con 9.942 vecinos con una edá cimera a los 65 años, lo que significa un 26,5% de la so población total. Pela cueta solo viven nel conceyu 4.526 vecinos con menos de dieciocho años, un 12,2% de dicha población, menos de la metá de los mayores de 65. Cifres que lleven a constatar que nel últimu llustru los fallecimientos supongan, añalmente, el triple que les nacencies, siendo estos inferiores a 200.

La mayor perda de vecinos qu'asumió Mieres producir ente los años 1990 y 2000 con un amenorgamientu de 8.120 mierenses, coincidiendo col final de la minería. La otra gran baxada de vecinos producir ente les décades de los 50 y los 60 cuando la entós gran locomotora económica d'Asturies, Fábrica de Mieres, empezaba a desmoronarse.
MARTA VARELA

https://www.elcomercio.es/asturias/cuenques/mieres-consigue-frenar-20220110000545-ntvo.html

Castellano:

Frenar la despoblación es una asignatura pendiente en las comarcas mineras asturianas. El concejo de Mieres lleva años trabajando para asentar vecinos; el equipo de gobierno de Izquierda Unida ponía en marcha en 2019 su 'Estrategia Mieres 2030', con el objetivo de generar empleo, frenar la despoblación y atraer a nuevos vecinos, y apostar por un modelo territorial sostenible. Tres frentes de trabajo para lograr que Mieres tenga futuro. Desde ese anuncio y a pesar de las medidas adoptadas el concejo lleva perdidos 938 vecinos desde ese año, si bien se espera que los datos no mejoren. Se da por hecho que una vez constatadas las cifras de 2021 el concejo estará por debajo de los 37.000 vecinos, por lo que tendrá una población similar a la de 1915, época en la que el concejo cabecera de la comarca del Caudal ganaba población, y así lo hizo hasta 1960 cuando había 70.871 vecinos.

La década de los 60 marcó el declive poblacional que en la actualidad se mantiene. Desde entonces el concejo ha perdido 33.845 vecinos a un ritmo de unos cuatrocientos anuales, aproximadamente. La política mierense se centra en frenar este despoblamiento con medidas como la congelación de tasas e impuestos -por octavo año consecutivo-, y se ofrecen bonificaciones fiscales para que vivir en Mieres sea atractivo. Pero como reconoce el propio alcalde, Aníbal Vázquez, «contamos con una población envejecida, y es habitual que cada año haya más defunciones que nacimientos». A pesar de ello el gobierno de IU continúa adoptando una política enfocada a «ganar residentes, ofertar servicios públicos de calidad y a crear empleo».

En la actualidad el concejo cuenta con 9.942 vecinos con una edad superior a los 65 años, lo que significa un 26,5% de su población total. Por el contrario solo viven en el concejo 4.526 vecinos con menos de dieciocho años, un 12,2% de dicha población, menos de la mitad de los mayores de 65. Cifras que llevan a constatar que en el último lustro las defunciones supongan, anualmente, el triple que los nacimientos, siendo estos inferiores a 200.

La mayor pérdida de vecinos que asumió Mieres se produjo entre los años 1990 y 2000 con una disminución de 8.120 mierenses, coincidiendo con el final de la minería. La otra gran bajada de vecinos se producía entre las décadas de los 50 y los 60 cuando la entonces gran locomotora económica de Asturias, Fábrica de Mieres, comenzaba a desmoronarse.
MARTA VARELA

https://www.elcomercio.es/asturias/cuencas/mieres-consigue-frenar-20220110000545-ntvo.html

Elaboración del Quesu de Urbies

Llograse de lleche crudo y entero de vaca. Asitiar en recipientes de boca ancha, d'unos diez llitros de capacidá y déxase en reposu, ensin añedir cuayo nin formientu.
Trescurríu un día retírase, con muncho curiáu, la nata, capa de grasa que llexa na superficie de la lleche y que se va emplegar na ellaboración de mantequilla o pa otros usos. Esti procesu repitir mientres cuatro o cinco díes. La lleche vase coagulando amodo de forma natural por acción de los mesmos microorganismos que la lleche yá contien.
La cuayada ruémpese, estrayer el sueru y ponse nunes bolses de filo a esmucir nun sitiu frescu y ventilado.
Al cabu de, aprosimao, una selmana toma la masa yá seco y asítiase nun recipiente de madera denomináu bacica y cúbrese con una gasa pa protexela de los insectos. En díes socesivos van añediéndose nueves cuayaes a esta bacica, entemeciendo y amasando bien pa llograr una masa uniforme. A la fin de cada unu de los agregos, la masa vuelve cubrir cola gasa y acútase.
Cuando s'algamaron los trés cuartes partes de la capacidá de la bacica añede la sal y amásase y amiestu bien empecipiándose'l procesu de madurecíu del quesu. Hai ellaboradores que realicen en saláu directamente na lleche de primeres del procesu.
El procesu de maduración dura ente seis y nueve meses y el  quesu permanez na bacica, remover cada diez o quince díes y de esta forma consiguir que maureza tou coles mesmes. Esto evita que se forme corteza y que los microorganismos que se depositen na superficie del quesu incorporar a la masa.
Al nun contener apenes grasa'l quesu non amarillea y pocu apoco va faciéndose cada vez más pastosu y d'aspeutu cada vez más nidiu de la que se va acentuando'l sabor. Tamién mientres esti procesu produz la degradación y destrucción de les proteínes de la lleche y que prácticamente nun esisten nesti quesu.
A la fin d'estos 6-9 meses el quesu va tar llistu. Cuanto más se tarde en consumir  va tener un  sabor más fuerte o picante.


Castellano
Se obtiene de leche cruda y entera de vaca. Se coloca en recipientes de boca ancha, de unos diez litros de capacidad y se deja en reposo, sin añadirle cuajo ni fermento.
Transcurrido un día se retira, con mucho cuidado, la nata, capa de grasa que flota en la superficie de la leche y que se empleará en la elaboración de mantequilla o para otros usos. Este proceso se repite  durante cuatro o cinco días. La leche se va coagulando lentamente de forma natural por acción de los propios microorganismos que la leche ya contiene.
La cuajada se rompe, se le extrae el suero y se pone en unas bolsas de hilo a escurrir en un sitio fresco y ventilado.
Al cabo de, aproximadamente, una semana se toma la masa ya seca y se coloca en un recipiente de madera denominado artesa y se cubre con una gasa para protegerla de los insectos. En días sucesivos se van añadiendo nuevas cuajadas a esta artesa, mezclando y amasando bien para lograr una masa uniforme. Al final de cada uno de los añadidos, la masa se vuelve a cubrir con la gasa y se reserva.
Cuando se han alcanzado las tres cuartas partes de la capacidad de la artesa se añade la sal y se amasa y mezcla bien iniciándose el proceso de madurado del queso. Hay elaboradores que realizan en salado directamente en la leche al principio del proceso.
El proceso de maduración dura entre seis y nueve meses y  el queso permanece en la artesa, removiéndolo cada diez o quince días y de esta forma conseguir que madure todo al mismo tiempo. Esto evita que se forme corteza y que los microorganismos que se depositan en la superficie del queso se incorporen a la masa.
Al no contener apenas grasa el queso no amarillea y poco apoco se va haciendo cada vez más pastoso y de aspecto cada vez más suave al tiempo que se va acentuando el sabor. También durante este proceso se produce la degradación y destrucción de las proteínas de la leche y que prácticamente no existen en este queso.
Al final de estos 6-9 meses el queso estará listo. Cuanto más se tarde en consumir  tendrá  un sabor más fuerte o picante.